jueves, 28 de agosto de 2008

Mi amigo Steve


Este muchacho de luengas cabelleras acompañó mi juventud instalado en un palco de mi habitación. Allí, apostado, mirándome, desafiante. Tan pronto enjuagaba mis lágrimas producto de los primeros envites del amor, como colaboraba con su silencio en los iniciales flirteos con aquello prohibido. Buen chaval en cualquier caso.

Nació en marzo, como yo, pero él es piscis y el menda un carnero. Me lleva 10 años y unos días, habla un perfecto inglés y, aunque le encanta el fútbol, no es de Osasuna. Eso si, compartimos la afición por los bajos, ya sean golpes o fondos. El caso es que Stephen Percy Harris, así le bautizaron a mi amigo Steve, toca algo mejor que yo ese gran instrumento de las cuatro cuerdas. Y por aquello de liderar desde sus inicios una formación metalera que aún sigue moviendo el culo por esos escenarios de Díos, se convirtió en uno de mis ídolos de acné.


Con una técnica personal y depurada entre litros de cerveza y giras multitudinarias, es una de las eminencias del heavy. Mi amigo Steve y su grupo Iron Maiden monopolizaron gran parte de mis zagales audiciones por la gracia de un tocata acostumbrado a los rifts de guitarra y las líneas de bajo, las agudas voces y los machacas de turno.


Para lo bueno y lo malo, se mostraba excelentemente comprensivo e irreverentemente taciturno. Acompañaba las veladas previas a los exámenes en postura impasible. Protegía los sueños de mis sueños firme y arrogante, en una rara mezcla entre Don Tancredo y el ángel de la guarda.


Lo considero un camarada incondicional, un leal e inseparable adicto a mi lealtad. Tantos pensamientos hemos compartido, tantas emociones nos han rondado, tanta franqueza nos ha unido que, sin lugar a dudas, es mi amigo Steve.

Tuve la ocasión de verlo tres veces en directo, ya que el pecunio impidió honrar su visita con algo más de asiduidad. En Iruñea el grupo estuvo paradillo, pero el bajista fenomenal, dejándose la piel sobre la tarima. En Donosti, plaza fuerte en estos lares, en las dos ocasiones la cosa fue diferente. Gran espectáculo de toda la formación, sobresaliendo como siempre él, corriendo de lado a lado, ametrallándonos continuamente, incitando el meneo de la melena que por aquel entonces lucía el que suscribe. Una máquina sobre el escenario, un compañero de fatigas juveniles.


No sé si será por la multitud de veces que he visto su careto, que he bailado a su son, que he prestado oídos a sus grooves, que he emulado sus temas, el caso es que me cae muy bien. Su imagen, agresiva cuando actúa, se torna bonachona y cordial en otros momentos y situaciones.

Un tipo sensacional, calmado en la intimidad, al menos de mi cuarto. Cuando dejé mi morada parenteral, él se quedó allí, guardando tantos secretos... En reciente visita comprobé que se había ido. No dejó notas ni mensaje alguno. Simplemente se marchó. Hasta siempre, colega.

PS/ Y parece que desata pasiones allá por donde va, puesto que le han dedicado una serie de videos caseros que pululan por la red. He elegido uno realizado por un fan mexicano, que si bien es mejorable en la imagen, acompaña una de esas canciones instrumentales que tanto me han gustado. Si, si, el bajo se oye. Es estupendo el protagonismo de los bajistas. ¡Más madera!

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