miércoles, 12 de mayo de 2010

Resistiré hasta el fin

Nos hemos acostumbrado a ser permanentemente vigilados

por F.L. Chivite - Diario de Noticias Miércoles, 12 de Mayo de 2010

Ya no nos ofende la presencia de cámaras en las calles. Esto ha cambiado mucho en poco rato. Hace sólo unos años lo considerábamos un atentado a la intimidad. Pero cada vez están menos claros los límites de la intimidad. Por otro lado, el ser humano se acostumbra a todo. Ya saben que junto a las simpáticas ratas y las encantadoras cucarachas somos la especie que mejor se adapta a la adversidad. Y a la humillación. El otro día, cuando explicaron la detención del tipo que puso la bomba en Times Square, dijeron que sólo en esa pequeña esquina de Manhattan había 400 cámaras grabando a los transeúntes. De hecho, la detención de ese pájaro es de película, me la imagino tipo caso Bourne, pero bueno. En Londres, por ejemplo, hay 4 millones de cámaras de vigilancia. Se supone que tenemos derecho a la intimidad, al honor y a la propia imagen. Pero sólo se supone. Además ya no sabemos muy bien qué quiere decir intimidad, honor y todas esas palabras de otra época que pierden automáticamente gran parte de su significado en cuanto se aducen razones de seguridad. Google almacena todas tus búsquedas durante meses. Sistemas como la red Echelon o el programa Carnivore del FBI han sido concebidos para rastrear y grabar todo tipo de comunicaciones en cualquier lugar del mundo. Se ha calculado que sólo Echelon intercepta, bien sea a través de Internet, teléfono o radio, más de 3.000 millones de comunicaciones al día. En fin. Esta visto que seguridad es una palabra depredadora que trastorna el contenido de todas las demás. Ahora, los Gürtel boys pretenden librarse de ser juzgados alegando que les pincharon el teléfono. Bien. Me sorprendería que lo lograran, tal como están las cosas. Pero, por otro lado, tampoco sería tan extraño. Intentan cargarse a Garzón como sea. Anunciaron que iban a ir a por él y lo han hecho por todos los flancos. De todas formas, respecto al viejo y noble asunto del honor y la intimidad, ¿no tienen la sospecha de que a la justicia le impresiona más el honor y la intimidad de los adinerados y los poderosos que la del resto de los mortales? No sé, digo.

Aunque siempre vigileis
y mis datos proceseis
no es tan fácil hacerme callar.

Resistiré, resistiré hasta el fin.
Resistiré, resistiré hasta el fin.

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